Una cadena de frío es un tipo especializado de cadena de suministro o sistema logístico diseñado para controlar y mantener la temperatura de una amplia gama de productos perecederos sensibles a las fluctuaciones de temperatura.
Entre los ejemplos de productos comunes contenidos en una cadena de frío se incluyen alimentos como productos frescos (fruta y verdura), productos lácteos (leche y queso), carne y aves de corral (ternera, pollo, etc.), marisco (pescado y marisco) y una serie de alimentos congelados. Por otro lado, la cadena de frío también puede incluir productos farmacéuticos como vacunas y medicamentos.
La cadena de frío es importante porque ciertos productos, como los mencionados anteriormente, perecerán o perderán su eficacia sin un control adecuado de la temperatura. Por ejemplo, la mayoría de los alimentos dejan de ser seguros para el consumo si no se almacenan a determinadas temperaturas, y la mayoría de las vacunas y medicamentos pierden su eficacia debido a su sensibilidad química.
Una cadena de frío funciona mediante una serie de tareas establecidas que se llevan a cabo hasta que un producto se traslada desde su punto de origen hasta su destino final. Los pasos clave de una cadena de frío implican la preparación del producto, su colocación en una unidad de almacenamiento a temperatura controlada, el transporte en condiciones controladas y, por último, la entrega al destinatario previsto.
Una ruptura de la cadena de frío se produce cuando el entorno de temperatura controlada prescrito para un producto perecedero se ve comprometido. Estas interrupciones pueden deberse a fallos del equipo, fluctuaciones de la zona de temperatura, retrasos, errores humanos, cortes de electricidad o problemas de envasado.
Es importante señalar que una interrupción de la cadena de frío indica que un producto no se ha manipulado de acuerdo con los requisitos de temperatura prescritos o con la normativa vigente.
Es crucial que los gestores de flotas que trabajan en la cadena de frío, garanticen el cumplimiento de la normativa a lo largo de todo el proceso de transporte ya que su incumplimiento supone riesgos tanto para la salud pública como para la economía de la propia empresa.
Más concretamente, un cliente está en su derecho de rechazar una entrega si considera que se ha roto la cadena de frío durante el transporte y, además, las infracciones de la normativa son motivo de indemnización por daños y perjuicios.
En MICHELIN Connected Fleet comprendemos la importancia del control de la temperatura en este tipo de actividad y hemos desarrollado soluciones de seguimiento y monitorización de la cadena de frío que garantizan el perfecto desarrollo de este tipo de transporte.
Nuestras soluciones ofrecen a los gestores de flotas visibilidad completa y la capacidad de adaptarse a diferentes zonas de temperatura Si estás interesado en saber cómo podemos ayudarte no dudes en solicitar información hoy mismo.